jueves, 27 de diciembre de 2012

Amores que matan.

Recuerdo: Amores que matan.



Hay un día que nunca se me va a olvidar. Yo era chica y mi padre me llevó al velorio de un tío suyo. Un hombre joven por decirlo de alguna manera, aunque andaba por sus cincuenta y tantos ya. Falleció de repente en un accidente. Yo lo recuerdo vivo, en las pocas veces que había ido a su casa de visita me había parecido un hombre bueno y divertido, su mujer era una señora alegre y muy amable; en fin, transmitían esa calidez de la gente mayor que siente afecto por la familia. Me entristeció mucho la muerte de mi tío, para alguien de mi edad era un acontecimiento casi nunca visto antes. Sin embargo, jamás podría haber imaginado la escena con la que me encontré al llegar. Mi tía, lloraba a gritos desconsolados y se tiraba sobre el cajón abrazando el cuerpo sin vida de su marido. Era un llanto tan desgarrante que se me hizo imposible contener las lágrimas. Pero no era ese lamento que uno acostumbra a oír en un velatorio, este llanto era más desesperado, algo como tratando de aferrarse a, quizás, las últimas partículas de vida que pudieran quedar. Era el grito de un alma que ha perdido todo lo más importante en la vida, que ya no tiene sostén. Un lamento, no por los recuerdos pasados, sino por todos los días que habían quedado sin compartir, sin vivirlos juntos. Ese mismo día supe que mi tía nunca volvería a ser la mujer que había sido hasta entonces, había perdido al amor de su vida y eso era algo irreparable. Al poco tiempo la tristeza barrió su vida también.

No puedo borrar esa escena tan impactante en mi vida, que me demostró lo destructivo que puede resultar el amor. Sin embargo, siempre he querido poder enamorarme tan intensamente, con un amor así de inmenso, de especial, de fuerte y eterno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

el amor es destructivo pero no nos olvidemos tambien que construye vidas si no fuera por el amor nadie estaria vivo...